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Internet

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José Escandell. 20 de diciembre.

La red mundial de comunicaciones por ordenador, internet, es un gran invento. Permite tener relaciones con mucha rapidez, enviar y recibir documentos con mucha comodidad. Facilita la vida.

En una película ya algo antigua recientemente repetida, Rollerball, se representa que todo el saber está concentrado en un computador. El protagonista de la película, Jonathan, quiere un día consultar sobre el siglo XIII y acude al computador. Sin embargo, por un lastimoso error casual, el computador ha olvidado esa época. Internet permite una más rápida comunicación, sin duda, aunque deja al usuario en manos de quienes diseñan, gestionan y controlan la red.

Puede ser por razones de edad por las que prefiero leer en un papel que en una pantalla. Son más cómodos los libros. Un día alguien podría convencer a la humanidad de que lo mejor que se puede hacer (por ejemplo, por razones de ecología) es suprimir los libros y meterlos todos en ordenadores. Si se consigue esto, se ha conseguido el control total sobre la Humanidad. Habrá a continuación alguien que olvidará libros o que pondrá filtros para que no pueda accederse a algunos, o dirá que leerlos no es provechoso o democrático.

Cuando se envía un correo electrónico se lanza una botella al mar y queda fuera de control. Por qué ordenadores pase, en qué rincones del mundo pueda haber espejos y copias, dónde se lo pueda archivar y analizar, eso queda en lo oculto. Un mensaje lanzado a la red electrónica está expuesto a la mirada de los técnicos y quienes los dirigen.

Asimismo, la información que circula por Internet suele ser de escasa entidad y descontrolada. Hay portales cuyos contenidos son los que el gusto de sus administradores quiere que sea. Hay simplificaciones para salir del paso con los cuatro datos elementales de urgencia. Datos, sobre todo datos, tablas, esquemas. Cuando se trata de argumentos de largo alcance, de desarrollos largos e intrincados, que ocuparían centenares de páginas en libros, internet se muestra inadecuado. Ofrece siempre lo fácil (si no hablamos de lo indecente).

Ganamos libertad y poder. Con limitaciones y riesgos. El hombre libre ha de saber que su libertad no es posesión definitiva en este mundo traidor, en el que abunda el juego de las libertades aparentes (las libertades para la destrucción, como son las sexuales, la de consumir drogas, la de ignorar, etc.) y hay sombras y peligros. Los productos de la técnica son esencialmente ambiguos. 

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