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El PP recupera voto y sube a 7 escaños, un resultado pobre que todavía no iguala aquel de "Ya somos cien mil" de los primeros tiempos de Jaime Mayor Oreja

Bildu amenaza la hegemonía del PNV en el País Vasco

José Luis Orella
Los resultados de las elecciones autonómicas vascas han subrayado el mantenimiento del régimen nacionalista imperante desde 1980, con una solvente mayoría que el PNV mantiene gracias al apoyo del PSE-EE. Los 27 escaños jeltzales y los 12 socialistas les otorgan la necesaria mayoría para mantener un sistema que va nacionalizando la totalidad de la sociedad vasca a un ritmo lento. Sin embargo, el PNV aunque mantiene su liderazgo en votos, casi los mismos en las últimas cuatro décadas. La demografía vasca no crece y la inmigración extranjera aumenta, aunque la dureza de la sociedad nacionalista no favorece su arraigamiento. 

El nacionalismo es un régimen caduco que mantiene el monopolio de la identidad vasca y en su retroceso en escaños, por primera vez, de manos de su máximo dirigente, Andoni Ortuzar, defendía la pluralidad política de la sociedad vasca. A su vez, el socialismo, aunque ha recuperado voto refugiado en la abstención, tiene resultados pobres y su baluarte, la margen izquierda del Nervión otorga a su rival y aliado la hegemonía de un mundo fabril desaparecido. El pasado industrial de Bilbao es un mundo que nos pertenece a los historiadores. La UGT de Nicolás Redondo (padre) formada por obreros de astilleros y de la siderurgia, es un residuo de los jubilados que han vuelto a sus lugares de origen.

La aparición de Bildu con un candidato desconocido, como el del PNV, con el mismo resultado en escaños, aunque con varias docenas de miles de votos menos, pero con el dominio de Guipúzcoa y el primer puesto de Álava, avisa a un PNV de sus últimos momentos en el poder. La izquierda abertzale no se avergüenza de ser hija de ETA, no reniega de su pasado, pero presenta una imagen nueva gracias al ejecutivo de Sánchez que la ha blanqueado. El fin de la violencia, es cierto sobre los muertos, pero las amenazas y las palizas prosiguen contra los olvidadizos. La descomposición de Podemos, el fracaso de Sumar, un sólo escaño por Álava, el control del voto de izquierda de las poblaciones menores de 50.000 habitantes y el blanqueamiento por el poder y los medios han convertido a Bildu en la casa común de la izquierda joven woke. Las localidades costeras que fueron descubiertas cuando el covid por una generación de profesionales alta nivel, amantes de la cultura woke, han transformado a Bildu en la vanguardia de la destrucción de la sociedad tradicional y en la región más descristianizada de España.

El PP recupera voto y sube a 7 escaños, un resultado pobre que todavía no iguala aquel de "Ya somos cien mil" de los primeros tiempos de Jaime Mayor Oreja, pero es un inicio de recuperación de un espacio destruido por la violencia de ETA y el exilio de 180.000 vascos en los años de plomo. No obstante, el objetivo de eliminar a VOX de la representación parlamentaria, repitiendo lo hecho con Unidad Alavesa, mantiene alejada de sus siglas a un componente numeroso de voto derechista. El escaño de VOX respaldado por más de dos decenas de miles de votos, con un aumento de varios miles con respecto al 2020, subraya que el abandono de los valores ideológicos propios de la derecha, esencialmente morales, propició el nacimiento de la formación verde.  Su líder nacional, Santiago Abascal, formado en las juventudes del PP, es hijo de un dirigente vasco de vieja AP que fue testigo de los centenares de asesinatos que desvertebraron toda posibilidad de construir una alternativa derechista en suelo vasco. La presencia del escaño de VOX es el recuerdo visible para aquellos olvidados.

 

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