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Un poco de historia de Taiwán, victoriosa contra el Covis-19 y expulsada de la OMS

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En estos históricos días, por trágicos, de una avalancha informativa sobre el coronavirus, ha vuelto a saltar a la palestra la nación de Taiwán por su buen hacer y, paradójicamente, por su exclusión de la OMS, a pesar de que, desde su experiencia victoriosa sobre la pandemia, podría impartir muchas lecciones a tanto gobernante inútil que pulula por bastantes naciones lideradas por el ejecutivo “español”.
Esta decisión, inmersa en otras anteriores, en contra de la antigua Formosa (http://www.diarioya.es/content/los-%E2%80%9Cbautizos-geogr%C3%A1ficos%E2...)  apartándola de los organismos internacionales es consecuencia de un proceso, iniciado el siglo pasado, que comenzó en la ONU y continua por ahora, en la OMS, a causa de la presión del régimen totalitario comunista de la República Popular de China.
Teniendo en cuenta la culpabilidad, solitaria o en coalición, de la China Popular con respecto al nacimiento y extensión de la pandemia que nos azota y de la reacción de diversas potencias pidiendo responsabilidades y compensaciones, tal vez ha llegado el momento de que esas naciones se replanteen su complicidad en la actitud que mantienen sobre la soberana nación de Taiwán. Para que nuestros lectores recuerden algo en torno a esta persecución, resumimos, sin agotar todos los puntos de interés, el proceso que nos ha conducido a la situación presente centrándonos en el meollo del problema que, como en tantas ocasiones, deriva de  la ONU como organización “madre”:


1.- Entre los 32 países firmantes del Tratado de Versalles (1920) por el que se crea la Sociedad de Naciones, se encontraba la República de China sin Taiwán que, en esa etapa histórica, pertenecía al Imperio Japonés también firmante del citado Tratado. Cuando Japón toma posesión de la isla, Taiwán había declarado su independencia hacía medio año.
2.- La República de China está entre los firmantes de la Declaración de la Naciones Unidas de 1 de enero de 1942, fecha en la que Taiwán seguía siendo parte de Japón que, esta vez, no estaba entre las naciones firmantes.
3.- Al término de la II Guerra Mundial, Japón pierde de facto la soberanía sobre la antigua Formosa. El 25 de junio de 1945 se firma la Carta de las Naciones Unidas, que entró en vigor el 24 de octubre de dicho año, estando de nuevo la República de China entre los firmantes. En este momento histórico, Japón, que no está entre los participantes primeros, no había renunciado de iure a su soberanía sobre la isla, hecho que no se producirá hasta 1952 en la firma del Tratado de Paz entre la República de China y Japón. Por tanto, Taiwán, jurídicamente, era japonés, pero de facto se encontraba en una indefinición pues, previamente, al dominio nipón era independiente y la República de China la reclamaba en los foros de las naciones victoriosas en la II Guerra Mundial.
4.- Las fuerzas comunistas triunfan sobre el gobierno legítimo de la República de China y éste, junto a dos millones de chinos, se traslada a Taiwán. Corre el año 1949. A partir de entonces, el gobierno de la República de China en el “exilio” – pues la isla se encontraba en un limbo entre los derechos de Japón no renunciados, la independencia previa y los reclamos de la citada República de China – sigue representada, en la ONU y en todos los organismos internacionales.
5.- El 28 de abril de 1952, entra en vigor el Tratado de San Francisco (Tratado de Paz entre las fuerzas aliadas y Japón). Por dicho tratado, Japón renuncia a los derechos, entre otras posesiones, sobre Taiwán sin especificar a quien corresponde la soberanía de este territorio.
6.-  Durante el gobierno del generalísimo Chiang Kai-shek, como Jefe de Estado de la República de China en Taiwán, se produce el milagro económico, sólo comparable en aquellos años al de la España de Franco, situando a esta nación como potencia mundial mientras el uniformado pueblo de la República Popular de China pasaba hambre, entre torturas y muertes. Sin embargo, Chiang Kai-shek, no dejaba de ser un exiliado con deseos de reconquistar el poder en su nación que, incluso, se plasman en su testamento indicando ser enterrado en el continente. Razón que le lleva a gobernar Taiwán como un territorio en permanente estado de guerra con consecuencias negativas en la convivencia de sus habitantes.
7.- El 25 de octubre de 1971, la Resolución 2758 de la Asamblea General de Naciones Unidas reconoce a la República Popular de China como “el único representante legítimo de China ante las Naciones Unidas” y expulsa a los representantes de la República de China que, en años anteriores, habían firmado y ratificado La Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, en fechas de 18 de abril de 1961 y de 19 de diciembre 1969 y que pertenecía al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, como miembro permanente, desde su fundación. Una vez más, la ONU favoreciendo a dictaduras totalitarias comunistas. La cuestión es que, el gobierno de Chiang Kai-shek en el “exilio”, administraba por un lado a la República de China y, por otro, a Taiwán cuya soberanía no estaba definida.
8.- El Generalísimo continúa en la Jefatura del Estado hasta 1975, año de su fallecimiento, y su régimen se perpetúa. A partir de 1991, Taiwán gobernada, en las primeras décadas, por sucesores de Chiang Kai-shek y, posteriormente, por partidos identitarios, solicita la incorporación a la ONU como la República de China,  en siguientes peticiones como la República de China en Taiwán (gobierno en un territorio ajeno) y ya, en el 2007, como Taiwán. En quince ocasiones, las solicitudes han sido rechazadas por la presión de la China comunista que, además, heredó el poder de veto. Ni siquiera como observador tendrá representación el pueblo taiwanés con un asiento.
Ante todo este proceso, consideremos:
9.- Taiwán ha disfrutado de períodos de tiempos de independencia y de otros dominada por diversas naciones. En un artículo escrito hace cuatro años, lo recordábamos.  (http://www.diarioya.es/content/taiwan-una-naci%C3%B3n-sin-complejos).
10.- En el presente, Taiwán ha demostrado, además de trasparencia frente a la opacidad de China, que es una de las naciones donde se respetan todas las libertades y los derechos humanos, con un alto nivel de vida y con un gran éxito económico, prácticamente sin paro. Como aspecto negativo, es cierto, que al igual que en el Occidente, han legislado a favor de inmoralidades con respecto al reconocimiento de uniones contra natura y otras del mismo cariz.
11.- Su población, según las últimas consultas que no son pocas, se siente sólo taiwanesa entre un 60% y un 75%; entre un 22% y un 35% taiwanesa y china; y sólo entre un 3,5% y un 15% china. En la última es, precisamente, en la que lo partidarios de una identidad taiwanesa ascienden a un 75% de los encuestados.  Hay que partir del hecho de que la población aborigen ronda el 3%, los descendientes de chinos e indígenas un 20%; los de etnias chinas, pero con siglos de vida taiwanesa, son mayoría. Sobre un 15% descienden de los dos millones que se exiliaron del comunismo. Todo aproximativo porque los cruces son numerosos.
11. La naciones que reconocen a Taiwán, cada vez son menos por la presión permanente de la exportadora de virus la China Popular. Precisamente, esto es lo que hay que cambiar. El régimen comunista chino combate por dominar el mundo con toda clase de armas. La diplomacia tiene que hacernos contemplar las injusticias cometidas por los países más poderosos y decidir los modos de actuar para no caer en la complicidad. El reconocimiento de la OMS hubiera sido un importante primer paso, pero la cobardía de unos y el interés de otros consiguen la perpetuación de situaciones que claman al cielo.
Hay que reconocer a Taiwán.
Alexis Beck Fortuny

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