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declaraciones del Arzobispo de Valencia, Cardenal García-Gasco

"Los laicos deben evitar que la ley civil suplante a la moral"

Redacción Madrid. 15 de diciembre. 

El Arzobispo de Valencia, Cardenal Agustín García-Gasco, llamó a los laicos a cultivar la verdadera prudencia y evitar que la ley civil suplante la moral, destinándola solo al ámbito privado, informa Aciprensa.

"La Iglesia hace una llamada en estos momentos a todos los creyentes laicos, pues resulta imprescindible desarrollar la razón práctica, la prudencia, la virtud que dispone para discernir en cada circunstancia el verdadero bien y elegir los medios adecuados para llevarlo a cabo. Nuestra sociedad civil parece adormecida, aletargada", expresó en su carta semanal.

El Purpurado advirtió que "el relativismo y los cambios que se operan en nuestra sociedad demuestran una tendencia no sólo a la indefinición moral, sino a la suplantación de la moral por la ley civil", donde un acto no es inmoral si no está prohibido por la ley.

Por ello, llamó a los laicos a cultivar la virtud de la prudencia, que no es sinónimo de astucia, cálculo utilitarista o desconfianza, sino capacidad "para tomar decisiones coherentes, con realismo y sentido de responsabilidad. La prudencia permite aplicar correctamente los principios morales a los casos particulares".

El Cardenal dijo que cuando gracias a la prudencia, el cristiano valoró una situación particular, debe moverse a la acción, pues "no actuar cuando ya se ha decidido responsablemente lo que hay que hacer no es prudencia, es negligencia, y muchas veces es fruto del miedo, la pereza, la abulia o la falta de una verdadera generosidad".

El Purpurado recordó que entre las "muchas acciones radicalmente negativas" que se disfrazan, está "el escándalo de las cifras del aborto que encubre un negocio multimillonario" que "se intenta disimular negando la condición de persona al embrión".

El Cardenal afirmó que "los fieles laicos tienen la oportunidad de realizar una síntesis entre fe y vida, evitando que se vivan con dualismo, como si fueran realidades paralelas".

Para ello, señaló, "la Iglesia propone un camino sembrado sabiamente por los elementos que caracterizan el itinerario del cristiano: la adhesión a la Palabra de Dios, la oración, ; la celebración litúrgica del misterio cristiano; la oración personal; la experiencia eclesial auténtica; el ejercicio de las virtudes sociales, especialmente de la prudencia, y el perseverante compromiso de formación cultural y profesional".

 

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