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Diario YA


 

DIAGNOSIS SOBRE EL ROMANTICISMO

MANUEL PARRA CELAYA. ¿Se escandalizará mucho el paciente lector si afirmo que estamos viviendo en la época predominantemente romántica? Me temo que a ese escándalo inicial sucederán una serie de dudas sobre mi estado mental si no me apresuro a matizar el concepto y expresar las razones de mi tesis. Empiezo por aclarar que entiendo por romanticismo y lo que se aleja de mi idea: Romanticismo no es escribir versos a la persona amada, salvo que nos dejemos arrebatar por la lírica de Bécquer o la exaltación de Núñez de Arce; mejor tomemos como referencia, por ejemplo, a Pedro Salinas.

EN TORNO A LA IGNORANCIA Y A LA CULTURA

MANUEL PARRA CELAYA. Parece que el resbalón de D. José Hila, alcalde Palma de Mallorca, al suprimir los nombres de las calles Churruca, Gravina y Cervera por ser franquistas los personajes a las que se dedicaron, ha quedado suficientemente aclarado por confesión del protagonista al dar marcha atrás en el disparate; según sus propias palabras, No he profundizado en esa parte de la historia. No tengo por qué saber de todo. Apresurémonos, pues, a apear el calificativo de idiota que le brindó Arturo Pérez-Reverte y dejémoslo en ignorante.

LOS BUENOS DESEOS DE UN ABUELO

Manuel Parra Celaya. No sé si he contado a los lectores que, en poco tiempo, dos de mis hijos me han hecho feliz abuelo de sendas criaturas. En estos momentos, junto a la natural alegría, no puedo dejar de hacer volar mi imaginación y preguntarme en qué España y en qué mundo despertarán de sus sueños infantiles. Lo mismo me ocurrió cuando nacieron mis hijos, y ya entonces tuve que vencer un -llamémosle- moderado realismo y dejar prevalecer altas cotas de optimismo, que ahora califico de desbordadas. Creo que me equivoqué y echo la culpa al lógico entusiasmo de la paternidad recién estrenada; ahora, años después, me veo en la misma tesitura, pero, qué remedio, se vuelve a imponer lo ilusionante y esperanzador, sobre todo, por mi inaccesibilidad al desaliento, imposible de borrar a pesar de las circunstancias.

MI RECELO ANTE LOS COLECTIVOS

Manuel Parra Celaya. Como antiguo profesor de Lengua, ando con mucho ojo para no caer en las tergiversaciones que va imponiendo la corrección política en nuestro idioma (y, por lo que voy leyendo, en otros, pues se trata de otra pandemia). Recordemos que el lenguaje crea el pensamiento, y no al revés: cuando utilizo una determinada expresión que viene condicionada ideológicamente, la idea que yo tenía de la realidad experimenta una modificación en el sentido buscado por los ingenieros de la manipulación. No hace falta poner muchos ejemplos, pues creo que los lectores están al cabo de la calle, pero, por si acaso, pensemos en aquello del “comando legal” o en esto otro de “interrupción voluntaria del embarazo”…

INERCIA Y ACTITUD RESILIENTE

Manuel Parra Celaya. A poco que observemos, el resultado de las autonómicas de Cataluña ha sido el esperado, quizás con dos notas disonantes para el triunfalismo oficial: la elevada abstención, casi llegando a la mitad del censo, y la sorpresa de los once diputados de Vox en el Parlament; esto último es causa de escándalo y de previsión de manifestaciones callejeras, como ya se demostró durante la campaña; si echamos mano a la historia, algo de eso, esperemos que en menor escala, ocasionó la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno de la República en 1934.

A poco que hablemos con nuestros compatriotas, sin distinción de posturas ideológicas, detectaremos un estado de insatisfacción y malestar

ASUMAMOS RESPONSABILIDADES

Manuel Parra Celaya. No voy a escribir sobre las elecciones en Cataluña. Estoy sumamente enojado porque, sin venir a cuento, me han desvirtuado la celebración del 14 de febrero, que, para mi esposa y para mí, es, por antonomasia, el Día de los Enamorados; y en esa costumbre me siento tan anglófilo como, por ejemplo, Ramiro de Maeztu y José Antonio Primo de Rivera, aunque me separen de la Rubia Albión el contencioso histórico de Gibraltar y el actual del Bréxit.

todas las fuerzas vivas del Sistema han mostrado una unanimidad, nada sospechosa, al alborozarse del triunfo de Biden

EL INEVITABLE FACTOR HUMANO

Manuel Parra Celaya. Decía en mi anterior artículo que todas las fuerzas vivas del Sistema han mostrado una unanimidad, nada sospechosa, al alborozarse del triunfo de Biden, con la consiguiente condena a los infiernos de Trump; el asalto al Capitolio ha servido excelentemente para la demonización absoluta del derrotado. Ya empiezan a llegar noticias constante de que a este le crecen los enanos, y algunos fieles partidarios y muchos fervientes colaboradores de hasta hace poco van uniendo sus críticas a los antitrump de siempre, echando mano del me equivoqué, esto sí que no, fui engañado, y cosas por el estilo.

¿Y TÚ ME LO PREGUNTAS? DEMOCRACIA…¡SOY YO!

Manuel Parra Celaya.  No, no teman que este artículo de primeros de año comente ad nauseam el divertido sainete protagonizado por Iceta y su pupilo Illa, merecedor de que alguien le ponga música bailable para amenizar estos tiempos, entre el temor y el tedio, de la segunda o tercera ola, vayan ustedes a saber por qué número vamos… Tirando por elevación y al filo de la actualidad, me voy a referir a la especial situación tensa que viven los Estados Unidos de América, que ha dejado de ser comedia para adquirir tintes de tragedia, ya que se han dado víctimas mortales. La cuestión, más allá de la desdichada anécdota, es que todo el Sistema en bloque -neoliberalismo, nueva y vieja izquierda y, especialmente, Wall Street- echaron las campanas al vuelo cuando el recuento dio la victoria a Bilden, frente a las protestas de Trump, ese curioso personaje, niño díscolo del propio Sistema que se alegra infinito de su derrota.

¿PRESAGIOS CONSTITUYENTES?

MANUEL PARRA CELAYA. Parece que, de nuevo, está abierto -in péctore- un período constituyente. Alguien lo ha dicho así, con la boca grande, a raíz de la aprobación de los PGE; otros lo sostienen, sin ambages, desde los sillones del banco azul, mientras sus compañeros de colación lo niegan con la boca pequeña; oficialmente, poder y oposición sostienen la vigencia de la Constitución del 78, pero se lanzan mutuamente dardos envenenados que ponen en duda la lealtad constitucional del adversario.

PUES TENÍAN RAZÓN…

Manuel Parra Celaya. Como estamos observando, casi a diario, cuando un grupo o estamento de los muchos que forman parte del entramado de la sociedad creen perjudicados sus intereses legítimos, alían sus esfuerzos y sus lazos, se organizan y lo exponen a la luz pública, ya sea en exhibición por las calles y plazas, de forma airada o festiva, ya en manifiestos con las firmas al pie de sus integrantes y simpatizantes, dirigidos a los políticos, por si estos tienen a bien satisfacer sus cuitas o, por lo menos, plantearlas en las cámaras de debate.